Intersubjetividad-Afectividad-Historicidad-Lenguaje (Antropológica Filosófica)

El hombre necesita interactuar y comunicarse constantemente, por lo que lo hace convivir y así convertirse en persona. Como lo menciona Rodríguez (1987) “la presencia dialogal del tú al yo es esencial en el proceso de convertirse en persona; cada quien necesita del otro para encontrarse consigo mismo” de esta forma el hombre alcanza madurez, teniendo en cuenta que no todos los otros son necesitados en una misma intensidad.

La cultura es el resultado de las relaciones interpersonales, en donde la interacción entre el individuo latinoamericano la cual es su sociedad interiorizada ideológica que lo sustenta, caracterizando valores, actitudes, costumbres y sus propias creencias, haciéndose dependiente a esa ideología particular. “La ideología convierte a los dominados de objetos en sujetos de su propia dependencia, en actores que la hacen realidad en cada momento de sus vidas cotidianas”, como podemos ver en estos últimos años en Venezuela en donde la ideología “política” hizo dependiente a muchas personas, a merced de lo que puedan obtener, podría ser a cambio de una interacción conveniente. Viéndolo desde la historia latinoamericana se encuentra la intersubjetividad en la relación varón-hembra, en donde el varón pasa a ser macho como un ser opresor. Por su parte Kant manifiesta “no debes utilizar nunca al otro como un medio, sino afirmarlo y reconocerlo como un valor en sí mismo”. Lo cual parece ser lo ideal y que no goza en países latinoamericanos. En donde los seres humanos merecen un trato digno que lo posibiliten como personas y no como opresores ni oprimidos o cosas.

El hombre puede estar claro su existencia antropológica (sus aspectos físicos y sus manifestaciones culturales en su propia comunidad) por lo que encontrar respuestas a ¿Qué es el existir? ¿Quién soy yo? ¿Cómo colmar la sed de felicidad y plenitud que hay en el hombre? ¿Por qué el hombre esta arrojado a la existencia? ¿Por qué existen las cosas y los otros hombres? Hacen que el hombre sea libre y racional. Un hombre capaz de interiorizar y alcanzar niveles de comunicación en donde se entiende, se ama y confía.

Rodríguez (1987) “El pobre, en la realidad de América Latina, es el pueblo empobrecido y explotado. El reconocimiento de América latina como pueblo – aún en su condición de sometimiento – significa el reconocimiento del otro como otro, en su originalidad, con su destino y libertad” es la necesidad de humanismo y respeto al otro. En el que el hombre es interpelado como pobre. Nada existe fuera de Dios, lo que hace que todos estamos bajo la inmanencia de una religión que cree en un Dios, lo que lo lleva a la exigencia de un estilo nuevo de vida. Una fundamentación última de la relación interpersonal desde el valor de la persona que es libre y por lo tanto tiene un nombre que es Dios. Llegar a un Dios liberador podría ser una necesidad de los latinoamericanos, pero se debe reconocer que no se llega a él a través de los que se ve en sus tierras sino desde una interpretación sana de la historia oprimida y marginada.

Jesús Gragirena

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