Probablemente alguna vez hayas oído hablar del pájaro DODO, un ave de apariencia gorda y floja. Ahora ¿Sabes que le sucedió?
El dodo, perteneciente a la especie Raphus cucullatus o a los llamados drontes, es una ave originario de las Islas Mauricio, en el océano Índico y cerca de Madagascar, se dice que vivió allí mucho tiempo antes de la aparición de los seres humanos.
Era un ave que no podía volar, ya que se adaptaron a vivir en estas islas fuera de depredadores, por lo que la necesidad de volar no existía, y sus alas y cola se le acortaron por falta de uso, llegando a medir 1 metro de altura y con un peso entre 13 y 23 kg. Entre otras características del dodo era su pesado plumaje que le cubría todo su cuerpo menos la parte justa de la cara en donde sobresalía el enorme pico de 20 cm de longitud con forma de gancho y las patas.
El ave dodo hacia sus nidos en el suelo y no en las alturas como otra ave voladora. De este animal gordo y patoso se cree que los marineros que llegaban a la isla se los llevaban hacia Europa para consumo en las travesías, a pesar que sus carnes no eran de las mejores, su fácil captura y su valor exóticos lograron ser cotizados en Europa.
Podríamos llevar la situación del dodo como una analogía a lo que llamamos zona de confort, en donde por estar cómodos y libres de supuestos depredadores no nos preocupamos por los cambios del entorno y mucho menos de las personas que de una forma repentina entran en nuestra confortable vida y nos atacan, atrapan y hasta nos extinguen, debido al tiempo que llevamos sin fortalecer nuestras potencialidades y naturaleza. El dodo se confió hasta que su zona de confort se transformo en su gran talón de Aquiles.
Lo que le pasó al pájaro dodo puede ocurrirnos en nuestra vida personal y hasta en las organizaciones empresariales. Muchas veces la tranquilidad y la vida confortable, el creer que tenemos todo bajo control, clientes leales, familias inmortales nos puede hacer creer que nunca perderemos, llevándonos a realizar siempre lo mismo, sin ejercitarnos, prepararnos y sin innovar, convirtiéndonos en seres atrofiados y asumiendo hábitos en donde las fortalezas y características propias para sobrevivir y crecer no se hacen necesarias.
Una de las grandes enseñanzas de esta analogía con el dodo es que no se puede perder el miedo y no dejarse caer en el exceso de confianza, debido a que nuestra transparencia nos invadirá, perdiendo la capacidad de observación y atención a todo lo que esta ocurriendo a nuestro alrededor.
Si queremos el cambio, siempre lo vamos a encontrar fuera de la zona de confort, por lo que debemos siempre buscar alcanzar los sueños brindándonos la oportunidad de conocer la importancia de salir de la comodidad, liberándonos de nuestros miedos y accionando hacia el riesgo para crecer, olvidandonos de ser un dodo.
Abraham Maslow nos dijo “Uno puede elegir volver hacia la seguridad o avanzar hacia el crecimiento, el cual debe elegirse una y otra vez, el miedo debe ser vencido una y otra vez”
Jesus Gragirena
CEO Presencia Coaching & Training
@presenciaoficial